De la conformidad hacia la muerte solamente hay un paso.
Me levanté por la mañana a comerme tus entrañas,
Desayunando las miserias de ser un cuerpo
anclado hacia la nada.
Abrí, con tu permiso, tu cabeza despacio,
junto a un abridor de latas,
para darte bocado y vomitarte tus sesos,
aún tibios, de camino hacia la muerte.
El ser, inerte, el punto muerto,
la neutralidad y una calavera y el terrible silencio eterno.
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